
En resumen:
- La mayoría de las pérdidas (80-85%) no ocurren en la trilla, sino en la plataforma de corte. El ajuste del cabezal es la prioridad número uno.
- Los sensores de pérdidas son cruciales, pero solo si se calibran en campo para las condiciones reales, no con los ajustes de fábrica.
- El mantenimiento invernal no es un gasto, es la mejor inversión para evitar paradas críticas y costosas durante la campaña.
- La elección entre sistemas (Sinfín vs. Draper, vibradores vs. cabalgantes) depende de un cálculo de rentabilidad adaptado a tu explotación.
Cada campaña es un examen final. Meses de trabajo, inversión y preocupaciones se juegan en unos pocos días de cosecha. Y no hay mayor frustración para un agricultor que mirar atrás y ver el suelo salpicado de grano, el fruto de su esfuerzo perdido. Muchos creen que la solución está en tener la máquina más nueva o potente. Se habla de potencia del motor, de capacidad de la tolva, pero se olvida lo esencial: una cosechadora, sin importar su marca o su precio, es tan buena como las manos que la ajustan. Es un instrumento de precisión, y su sinfonía es la eficiencia.
El conocimiento popular dice que hay que revisar filtros y engrasar cadenas. Es cierto, pero es solo el principio. La verdadera maestría, la que separa una cosecha normal de una cosecha óptima, reside en los detalles. Está en la «sensación de máquina», en saber interpretar ese ligero cambio de vibración, en escuchar lo que «el grano te habla» a través de los sensores. No se trata solo de seguir un manual, sino de desarrollar un instinto basado en la experiencia, en miles de hectáreas recorridas bajo el sol de España.
Este artículo no es un manual de fábrica. Es la transmisión de ese saber hacer. Aquí no hablaremos de teorías, sino de la «aritmética del campo»: cómo cada tornillo que giras, cada ajuste que realizas, tiene un impacto directo en tu bolsillo. Vamos a ir más allá de las checklist genéricas para centrarnos en el ajuste fino, ese que realmente marca la diferencia entre perder cientos de kilos por hectárea y recoger hasta el último grano. Es el momento de la verdad, y tu máquina está lista para que la dirijas con maestría.
Para abordar este desafío de forma estructurada, exploraremos desde los ajustes más críticos en el corazón de la máquina hasta la elección estratégica del equipamiento y las reparaciones de emergencia que te salvarán la campaña. Este es el camino para dominar tu herramienta de trabajo.
Sumario: Guía maestra para una cosecha sin mermas
- Los 7 ajustes de tu cosechadora que deciden cuánto grano se queda en el campo
- El chivato que te ahorra dinero: cómo usar los sensores de pérdidas de tu cosechadora
- No todos los cabezales son iguales: cómo elegir y mantener el frontal perfecto para tu cultivo
- La recolección mecanizada del olivar a debate: qué sistema es más rápido, eficiente y respetuoso con el árbol
- La puesta a punto de tu cosechadora: la checklist de mantenimiento invernal para una campaña sin sorpresas
- Sinfín vs. Draper: la batalla por la alimentación perfecta de tu cosechadora
- Reparación de emergencia en el campo: cómo cambiar una cuchilla rota en 15 minutos
- La boca de la cosechadora: la guía definitiva de las plataformas de corte
Los 7 ajustes de tu cosechadora que deciden cuánto grano se queda en el campo
Aquí es donde se gana o se pierde la campaña. Olvida por un momento el motor y la tolva; el corazón de la eficiencia está en la trilla y la separación. De hecho, la mayoría de los operadores se sorprenderían al saber que, entre el 80 y el 85% de las pérdidas totales ocurren en la plataforma de corte, antes incluso de que el grano entre en la máquina. Pero del grano que sí entra, nuestra responsabilidad es que salga limpio y entero por la tolva, no por detrás. Estos siete ajustes son tus mandamientos.
Cada uno de ellos es un diálogo con el cultivo. No hay una configuración universal. Un grano más húmedo pide una caricia más firme, mientras que uno seco y quebradizo exige delicadeza. Aquí la «sensación de máquina» es clave.
- Velocidad del cilindro: Es el ajuste más crítico. La regla de oro es usar siempre la menor velocidad posible que desgrane eficazmente. Demasiada velocidad para un grano seco es sinónimo de grano partido.
- Separación cilindro-cóncavo: La puerta de entrada. Más cerrado para cultivos difíciles, más abierto para material frágil. Siempre intenta cerrar más el cóncavo antes que aumentar la velocidad del cilindro.
- Velocidad del molinete: Debe ser ligeramente superior a tu velocidad de avance, típicamente un 10-15% más rápido. Si vas a 5 km/h, el molinete debería girar a una velocidad equivalente a 5.5-5.75 km/h. Esto asegura una alimentación constante sin golpear y desgranar las espigas antes de tiempo.
- Altura de corte: Parece obvio, pero en terrenos irregulares como muchos de los que tenemos en España, un mal ajuste automático puede dejar mucho dinero en el campo. Hay que calibrarlo pensando en las vaguadas y las zonas con cultivos hijos.
- Ventilador (limpieza): El arte del equilibrio. Demasiado aire y el grano ligero se va con la paja. Poco aire y la tolva se llena de impurezas. Escucha el retorno y mira la muestra del depósito.
- Velocidad de avance: No se trata de correr más, sino de alimentar la máquina a su ritmo óptimo. Una sobrealimentación ahoga los sistemas de separación y limpieza, disparando las pérdidas por cola.
- Ajuste horizontal del molinete: Debe colocar suavemente el cultivo sobre la plataforma. Si está muy adelantado, desgrana las espigas; si está muy retrasado, no las recoge bien.
Estudio de caso: El coste de la velocidad excesiva del cilindro
La teoría está muy bien, pero los números hablan más claro. Un estudio específico realizado en campos de maíz españoles es revelador. Al monitorizar el efecto de la velocidad del cilindro, se observó que al pasar de 300 a 600 rpm, el daño al grano se disparó de menos del 5% a más del 30%. Esto no es solo una merma de calidad; es una pérdida directa de rentabilidad. La conclusión de los técnicos fue clara: la recomendación es usar la velocidad más baja posible que permita un desgranado aceptable, buscando siempre niveles de pérdida por debajo del 1% en condiciones normales, un objetivo perfectamente alcanzable con un buen ajuste.
El chivato que te ahorra dinero: cómo usar los sensores de pérdidas de tu cosechadora
Hoy en día, casi todas las cosechadoras modernas vienen con un monitor de pérdidas. Muchos operadores lo miran de reojo, lo ven como un indicador más. Error. Ese monitor no es un adorno, es tu mejor copiloto, tu «chivato» particular. Pero es un chivato al que hay que enseñar. Dejarlo con la calibración de fábrica es como tener un perro guardián que no sabe distinguir entre un amigo y un ladrón. Su potencial solo se libera con una «calibración de combate», es decir, ajustada a las condiciones reales de tu parcela, hoy.
La calibración no es complicada, pero requiere método. Consiste en provocar una pérdida controlada (por ejemplo, abriendo un poco las cribas), recoger el grano que cae al suelo en un área definida, pesarlo y decirle al sistema: «esta cantidad de grano equivale a esta señal en la pantalla». A partir de ahí, el sensor sabe de qué está hablando. Un sensor bien calibrado te permite optimizar la velocidad de avance en tiempo real y ajustar los parámetros internos al milímetro, transformando pérdidas potenciales en grano en la tolva. El retorno de la inversión es inmediato. De hecho, se ha demostrado que una correcta calibración puede llevar a una reducción de pérdidas del 2% a menos del 0.5%, según especialistas del INTA, lo que en una explotación media supone miles de euros salvados.
Este dispositivo es especialmente útil en condiciones cambiantes, como las que a menudo encontramos a lo largo de un mismo día en España: zonas más húmedas por la mañana, otras más secas por la tarde, variaciones en la densidad del cultivo…

Como se aprecia en la imagen, el sensor es una placa que detecta el impacto de los granos. La clave es que su sensibilidad esté perfectamente ajustada a tu tipo de grano y condiciones. Sin este ajuste, la información que te da es, en el mejor de los casos, una simple referencia. Con el ajuste, se convierte en una herramienta de decisión que te hace ganar dinero a cada metro que avanzas. Por ejemplo, en un campo en buen estado, las pérdidas pueden pasar del 2-3% a menos del 1% (un ahorro de 63 kg/ha). En condiciones difíciles como un cultivo encamado, donde las pérdidas pueden llegar al 15%, un sensor bien utilizado puede limitarlas al 5-7%, salvando más de 250 kg/ha.
No todos los cabezales son iguales: cómo elegir y mantener el frontal perfecto para tu cultivo
La cosecha empieza en la boca de la máquina. Como vimos, la mayoría de las pérdidas se producen aquí. Por eso, la elección y el mantenimiento del cabezal no es una cuestión menor, es la decisión estratégica más importante. En un país con la diversidad de terrenos y cultivos como España, un cabezal «para todo» suele ser un cabezal mediocre para todo. Cada cultivo y cada condición exigen su herramienta específica.
Por ejemplo, para los terrenos irregulares típicos de muchas zonas de la península, un cabezal con buena adaptación al terreno, como los de la serie HDX de John Deere, marca una diferencia abismal. En cambio, para cosechar a altas velocidades en fincas llanas, los cabezales con barras de corte flexibles (Draper) son imbatibles. La especialización es la clave: en Andalucía, el uso de cabezales específicos para girasol ha demostrado reducir las pérdidas hasta en un 15% en comparación con cabezales de cereal adaptados. Para el maíz, en las condiciones secas de muchas regiones, la durabilidad y el bajo mantenimiento de un cabezal como el Geringhoff se agradecen al final de la campaña.
Pero tener el cabezal adecuado es solo la mitad del trabajo. Su mantenimiento, especialmente en el ambiente polvoriento y abrasivo del verano español, es lo que garantiza su rendimiento día tras día. No basta con una revisión al año; hay que estar encima a diario.
Plan de acción: Mantenimiento del cabezal para el clima español
- Revisión diaria de cuchillas: El polvo y la arena de nuestros campos aceleran el desgaste de forma exponencial. Una cuchilla en mal estado no corta, desgarra, y eso se traduce en desgrane y pérdidas.
- Verificación de holguras del sinfín: No debe superar los 4 mm. Más holgura provoca vibraciones que sacuden las espigas y tiran el grano antes de que entre en la máquina.
- Lubricación de dedos retráctiles: En zonas muy secas, el polvo se convierte en una lija. La lubricación constante es la única forma de evitar agarrotamientos y roturas.
- Inspección del sistema hidráulico: Las condiciones de polvo extremo obligan a ser más rigurosos con los filtros. Un filtro saturado puede causar un fallo hidráulico en el peor momento.
- Calibración de la altura automática: Los sensores deben estar limpios y bien calibrados para los terrenos irregulares de la península. Una mala lectura puede hacerte dejar espigas sin segar.
La recolección mecanizada del olivar a debate: qué sistema es más rápido, eficiente y respetuoso con el árbol
El olivar español, especialmente el tradicional, vive una transformación silenciosa pero imparable hacia la mecanización. La pregunta ya no es si mecanizar, sino cómo hacerlo. La elección del sistema de recolección tiene un impacto directo no solo en los costes, sino también en la salud del árbol a largo plazo y en la calidad final del aceite. El debate está servido: vibrador de tronco, vibrador con paraguas o cosechadora cabalgante.
No hay una respuesta única, ya que la mejor solución depende del tipo de explotación. Para el olivar tradicional, con marcos de plantación amplios y árboles centenarios, el vibrador de tronco sigue siendo el rey, aunque es el sistema que más puede dañar la corteza si no se utiliza con pericia. En olivares intensivos, el vibrador con paraguas invertido ofrece un buen equilibrio, agilizando la recogida y minimizando el daño al fruto. Pero la verdadera revolución llega con el olivar superintensivo, diseñado desde su plantación para la cosechadora cabalgante. Este sistema es, con diferencia, el más rápido, eficiente y respetuoso con el árbol.

La imagen de una cosechadora cabalgante al atardecer en un mar de olivos en seto es el símbolo de la nueva olivicultura. La eficiencia de estos sistemas es abrumadora, permitiendo además la recolección nocturna, una ventaja estratégica en zonas cálidas como Andalucía para preservar los aromas y la baja acidez que definen un Aceite de Oliva Virgen Extra de alta gama.
Para visualizar las diferencias, nada mejor que una comparativa directa. El siguiente cuadro resume las claves de cada sistema en función del tipo de olivar, un dato fundamental para cualquier olivarero que esté planteándose una inversión.
| Tipo de olivar | Sistema recomendado | Velocidad (ha/día) | Daño al árbol | Coste/ha |
|---|---|---|---|---|
| Tradicional | Vibrador de tronco | 0.5-1 | Medio | 250-350€ |
| Intensivo | Vibrador con paraguas | 1-2 | Bajo-Medio | 180-250€ |
| Superintensivo | Cosechadora cabalgante | 3-5 | Muy bajo | 120-180€ |
El caso de las cooperativas de Jaén y Córdoba es paradigmático. Aquellas que han dado el salto al modelo superintensivo y han invertido en cosechadoras cabalgantes reportan una reducción de hasta el 40% en los costes de recolección. Calculan que, para superficies superiores a 500 hectáreas, la inversión se amortiza en apenas 4 o 5 campañas, asegurando al mismo tiempo una calidad de aceite superior y constante.
La puesta a punto de tu cosechadora: la checklist de mantenimiento invernal para una campaña sin sorpresas
La campaña no se gana en verano, se empieza a ganar en invierno. El mantenimiento invernal no es un simple trámite, es el seguro de vida de tu cosecha. Una avería en plena campaña no es solo el coste de una pieza y un mecánico; es tiempo perdido, es grano que madura demasiado o se moja por una tormenta inesperada, es estrés y es dinero que se va por el sumidero. Un buen operador conoce su máquina y sabe que el invierno es el momento de auscultarla, de curar las heridas de la campaña pasada y prepararla para la siguiente batalla. Este mantenimiento debe ser proactivo, no reactivo.
En las condiciones de trabajo de España, con altas temperaturas y una cantidad de polvo que parece querer meterse en cada rodamiento y conector, la checklist de mantenimiento debe ser más exhaustiva que la que recomienda el manual. Hay puntos críticos que sufren especialmente y que debemos mimar.
- Filtros de aire: No vale con soplarlos. Después de una campaña tragando el polvo de Castilla o Aragón, el cambio es obligatorio. Un motor que no respira bien es un motor que sufre y consume más.
- Sistema de refrigeración: Los radiadores (de agua, aceite, intercooler) acaban tupidos de paja y polvo. Una limpieza profunda con aire a presión y agua es vital para evitar sobrecalentamientos en los días de 40°C.
- Correas y tensores: El calor extremo las degrada y reseca. Hay que revisar la tensión y buscar cualquier signo de grieta. Cambiar una correa en invierno cuesta poco; en mitad del campo, cuesta una fortuna.
- Cuchillas y contracuchillas: Deben desmontarse, afilarse o sustituirse. Un corte limpio reduce el consumo y mejora la alimentación.
- Sistema hidráulico: Es el sistema nervioso de la máquina. Cambio de aceite y filtros es innegociable. Hay que buscar posibles fugas en latiguillos que se han resecado con el calor.
- Rodamientos y engrase: Engrase general completo, prestando especial atención a los rodamientos de los sacudidores, cilindro y picador, verificando holguras.
- Electrónica: Limpieza de todos los conectores con un spray específico para evitar falsos contactos. Es también el momento de hablar con el concesionario para posibles actualizaciones de software.
Una duda frecuente es dónde realizar este mantenimiento. La diferencia de coste entre el taller oficial y un mecánico independiente de confianza puede ser significativa, con diferencias de hasta un 30-40% según datos del sector en España. La decisión depende de la complejidad de la máquina, la garantía y la relación de confianza con tu mecánico. Para máquinas más antiguas y mecánicas, un buen taller independiente es una opción excelente. Para modelos muy nuevos con mucha electrónica, el servicio oficial puede tener acceso a diagnósticos y software que marcan la diferencia.
Sinfín vs. Draper: la batalla por la alimentación perfecta de tu cosechadora
En los últimos años, el debate en el campo sobre los cabezales de cereal se ha intensificado. La pregunta está en boca de todos: ¿merece la pena la inversión extra en un cabezal tipo Draper frente al tradicional de sinfín? No es una batalla de marcas, sino de conceptos. Es la «aritmética del campo» en estado puro, un cálculo donde entran en juego la inversión inicial, la velocidad de trabajo, las pérdidas y el mantenimiento.
El cabezal de sinfín (o Auger) es el sistema clásico: robusto, más económico y con un mantenimiento conocido por todos. Ha funcionado durante décadas y lo sigue haciendo bien. El Draper, por su parte, utiliza lonas o cintas transportadoras en lugar del sinfín para llevar el material segado hacia el centro. Su principal ventaja es una alimentación mucho más suave y uniforme, «espiga por delante». Esto evita los «atascos» de material en los extremos y reduce drásticamente el desgrane en el propio cabezal.
La diferencia en el trabajo es notable. Un Draper permite por lo general un aumento de la velocidad de trabajo de hasta un 30% con menores pérdidas. Pero esta eficiencia tiene un precio, tanto en la compra como en el mantenimiento. Para tomar una decisión informada, lo mejor es poner los números sobre la mesa.
Para una explotación media en España, el análisis de rentabilidad podría parecerse al siguiente:
| Característica | Cabezal Sinfín | Cabezal Draper | Ventaja |
|---|---|---|---|
| Inversión inicial | Base | +15.000-25.000€ | Sinfín |
| Velocidad trabajo | 4-5 km/h | 5-7 km/h (+30%) | Draper |
| Pérdidas en cereal | 2-3% | 0.5-1.5% | Draper |
| Mantenimiento anual | 1.500€ | 2.000€ | Sinfín |
| Amortización | – | 3-4 campañas (>300 ha/año) | Según superficie |
Como se puede ver, la inversión en un Draper se justifica en explotaciones de cierto tamaño (más de 300 hectáreas anuales de cereal), donde el aumento de la capacidad de trabajo y la reducción de pérdidas compensan el mayor coste inicial en unas 3-4 campañas. Para explotaciones más pequeñas, el robusto y fiable sinfín sigue siendo una opción muy lógica. Pero el beneficio del Draper no es solo cuantitativo, como bien apunta un experto.
La alimentación uniforme de un Draper facilita un picado y esparcido de paja más homogéneo, aspecto cada vez más importante para cumplir las condicionalidades de la PAC en España.
– Fernando Martín, Campus New Holland – Formación Técnica
Reparación de emergencia en el campo: cómo cambiar una cuchilla rota en 15 minutos
Es la pesadilla de todo operador: estás en mitad de la parcela, a pleno rendimiento, y de repente notas una vibración extraña, un ruido metálico que no debería estar ahí. Paras, bajas y confirmas el diagnóstico: una cuchilla de la barra de corte rota. Cada minuto que la máquina está parada es grano que no se recoge y dinero que se pierde. Aquí es donde se distingue un operador preparado de uno que no lo está. Con la preparación y el método adecuados, lo que podría ser un desastre de una hora se puede solucionar en 15 minutos.
La clave es la anticipación. La «mecánica de guerrilla» en el campo empieza por tener un buen kit de emergencia en la cabina. No hablo de llevar un taller entero, sino de lo esencial para las averías más comunes. Tu kit de supervivencia debería incluir:
- Juego de cuchillas de repuesto (mínimo 10 unidades).
- Llaves fijas y de carraca (imprescindibles de 10 a 24 mm).
- Martillo y un buen punzón para extraer pasadores rebeldes.
- Correas de repuesto (al menos la del alternador y el variador).
- Kit de reparación de pinchazos con mechas.
- Alambre fuerte y un puñado de bridas de nylon resistentes.
- Los teléfonos del concesionario, tu mecánico de confianza y, si lo tienes, el servicio 24h de la marca.
- Una linterna LED potente (muchas averías ocurren al atardecer) y guantes de trabajo.
Con el kit preparado, el protocolo para cambiar una cuchilla es una coreografía que deberías poder hacer casi con los ojos cerrados. La experiencia de muchos agricultores en zonas como La Mancha ha destilado un método increíblemente eficiente.
Protocolo de cambio rápido de cuchilla «Estilo La Mancha»
Agricultores veteranos han perfeccionado un sistema que reduce el tiempo de cambio a un cuarto de hora. Los pasos son sagrados: 1) Parar inmediatamente al notar la vibración. Seguir trabajando puede dañar la barra de corte. 2) Elevar el cabezal al máximo y, crucial, asegurarlo con los calzos de seguridad. Nunca te fíes solo del hidráulico. 3) Localizar la cuchilla dañada, normalmente desde abajo. 4) Usar una llave de carraca para aflojar los tornillos. Evitar el martillo, que puede dañar la pletina. 5) Sustituir la cuchilla y verificar la alineación con sus vecinas. 6) Apretar los tornillos al par especificado por el fabricante. Un apriete excesivo es causa de futuras roturas. 7) Realizar un test de funcionamiento a baja velocidad antes de reanudar el trabajo a ritmo normal.
Puntos clave a recordar
- La batalla contra las pérdidas se libra, principalmente, en la plataforma de corte. Un cabezal bien elegido y ajustado es el 80% del trabajo.
- Los sensores de pérdidas son una herramienta potentísima, pero inútiles si no se realiza una «calibración de combate» en la propia parcela.
- La elección de tecnología (Draper, cabalgante) no es una moda, sino una decisión económica que debe justificarse con un análisis de rentabilidad (ROI) adaptado a tu superficie y cultivo.
La boca de la cosechadora: la guía definitiva de las plataformas de corte
Hemos recorrido el corazón de la máquina, desde los ajustes finos de la trilla hasta las reparaciones de urgencia. Ahora volvemos al punto de partida, al elemento que inicia todo el proceso y donde, como hemos insistido, se decide gran parte del éxito: la plataforma de corte. Considerarla un simple «peine» es un error fundamental. Es un sistema complejo diseñado para segar, recoger y transportar el cultivo de la forma más eficiente y con las mínimas pérdidas posibles.
Dominar la plataforma de corte implica entender su diversidad. No existe un cabezal universal. Los cabezales de cereal están diseñados para un flujo de material continuo, mientras que los cabezales de maíz necesitan rodillos despojadores y picadores para procesar las cañas. Usar uno para el trabajo del otro es garantía de fracaso y pérdidas masivas. Dentro de cada categoría, la anchura es otra decisión clave. No siempre «más grande es mejor». La anchura óptima depende de la potencia de tu cosechadora, pero también, y muy importante, del tamaño y forma de tus parcelas. Un cabezal de 9 metros en parcelas pequeñas y triangulares es una pesadilla logística que genera más pérdidas en maniobras que ganancias por anchura.
La tecnología también ha transformado este componente. Los sistemas modernos de ajuste automático de inclinación lateral y longitudinal, como los que han popularizado marcas como John Deere en España, ya no son un lujo. Son una respuesta directa a la orografía de nuestro país, permitiendo que la barra de corte siga el contorno del terreno en laderas y vaguadas, segando a una altura constante y minimizando las pérdidas de espigas. Invertir en un cabezal con esta tecnología puede tener un retorno más rápido de lo que muchos piensan, especialmente en zonas de sierra o terrenos ondulados.
Al final, una cosechadora es mucho más que una suma de piezas metálicas y circuitos. Es una extensión de la pericia y el conocimiento del operador. Dominar estos ajustes, entender el porqué de cada ruido y vibración, y anticipar los problemas antes de que ocurran, es lo que realmente te convertirá en un maestro de la cosecha. La próxima campaña, cada vez que subas a la cabina, recuerda que la eficiencia y la rentabilidad están, literalmente, en tus manos.
Preguntas frecuentes sobre El momento de la verdad: claves para una recolección eficiente y sin pérdidas con tu maquinaria
¿Puedo usar el mismo cabezal para trigo y maíz?
No es recomendable. Aunque existen cabezales multigrano, para maíz se requieren cabezales específicos con rodillos despojadores y picadores que no son necesarios para cereales de invierno y que, si se usan en ellos, pueden provocar daños y pérdidas. Cada cultivo tiene su herramienta óptima.
¿Cuándo merece la pena comprar un cabezal de segunda mano?
Puede ser una excelente opción si se hace con precaución. La regla general es buscar cabezales con menos de 5 años y menos de 2000 hectáreas trabajadas. Es imprescindible poder verificar el estado de los componentes clave: cuchillas, caja de cambios y sistema hidráulico. Si se cumplen estas condiciones, el ahorro puede alcanzar el 40-50% respecto a uno nuevo, siendo una inversión muy inteligente.
¿Qué anchura de cabezal es óptima para mi explotación?
Depende de dos factores: la potencia de tu cosechadora y la estructura de tus parcelas. Para parcelas pequeñas (menos de 5 ha) y con formas irregulares, los cabezales de 4.5 a 5.4 metros son más manejables y eficientes. Para fincas de tamaño medio (5-20 ha), las anchuras de 6 a 7.5 metros ofrecen un buen equilibrio. Los grandes cabezales de 9 a 12 metros solo son recomendables para grandes extensiones con parcelas amplias y regulares, donde pueden desplegar todo su potencial.